Hola amigos!
Casi un año después de nuestro último post, estamos muy contentos de anunciaros que volveremos a participar en la experiencia bloggera organizada por los chicos de Club de Viatges, en el que explicaremos algunas anécdotas de nuestro viaje en bici por Sudamérica.
Estáis invitados a asistir, el sábado 12 de mayo en el teatro Alexandra de Barcelona. Para más info, consultad la web http://clubdeviatges.com/
Os esperamos!!
Carlos y Sonia
miércoles, 9 de mayo de 2012
jueves, 5 de mayo de 2011
I MARATÓ DE VIATGES
Hola a todos! Cuánto tiempo sin volver a escribir aquí... snif, snif!
Volvemos a comunicarnos por el blog para informaros de que el próximo sábado 4 de junio participaremos en la I Marató de Viatges, organizado por el Club de Viatges http://clubdeviatges.com/maratoviatges/programa
Nosotros hablaremos a partir de las 15.00 horas acerca de algunas experiencias vividas en nuestro viaje. Estais invitados a venir y compartir las experiencias del resto de bloggers que participarán, incluyendo rankings de mejores (y peores) países, paisajes, lugares para comer, caminar, descansar...
Os esperamos ahí!
Besos,
Carlos y Sonia
Volvemos a comunicarnos por el blog para informaros de que el próximo sábado 4 de junio participaremos en la I Marató de Viatges, organizado por el Club de Viatges http://clubdeviatges.com/maratoviatges/programa
Nosotros hablaremos a partir de las 15.00 horas acerca de algunas experiencias vividas en nuestro viaje. Estais invitados a venir y compartir las experiencias del resto de bloggers que participarán, incluyendo rankings de mejores (y peores) países, paisajes, lugares para comer, caminar, descansar...
Os esperamos ahí!
Besos,
Carlos y Sonia
miércoles, 24 de noviembre de 2010
VUELTA A CASA
Increíble, pero tras 340 días y 10.500kms sobre el sillín, estamos de nuevo en casa. En Caracas encontramos fácilmente dos cajas de cartón, en las que cuidadosamente metimos las bicis desmontadas. Hicimos un montón de limpieza de alforjas para venir con lo mínimo: tiramos casi toda la ropa que nos había vestido durante el viaje. Esperábamos volver más vacíos, pero los sacos, las esterillas, la tienda, la cocinilla, la ropa de lluvia y un montón más de trastos no los íbamos a tirar, así que ahora llenan el altillo (a la espera de otra salida, aunque no tan laaarga).
Aterrizamos en Madrid, donde parte de nuestra familia y amigos nos recibieron con mucha alegría e ilusión por ambas partes. Vimos la ciudad más bonita, más moderna, más limpia. La gente muy elegante, con muchos abalorios y bien vestida. Por contrapartida, el tercer día nos pusimos los dos enfermos. Nada concreto, pero se nos taparon los oídos, a Carlos le salió el herpes labial (después de un año sin él!) y Sonia tuvo una experiencia muy negativa al coger de nuevo un móvil y hablar media hora por él: se le recalentó el cerebro. Como decía Paco Martínez Soria, “la ciudad no es para mi”.
El trayecto de Madrid a Barcelona lo hicimos en coche, con las bicis y todos los trastos dentro. Al entrar por la Diagonal, atascada, a Sonia se le caían las lágrimas de la emoción. Cuando entramos de nuevo en casa, vacía y recién pintada, fue como estrenarla. Todo parecía mucho más grande y nuevo que cuando la dejamos. Fuimos trayendo cajas de ropa, toallas, cacharros de cocina, libros, mesas, sillas… que habíamos ido repartiendo por ahí, y nos asustamos al ver todo lo que tenemos. Hemos intentado aprovechar esta situación para librarnos de un montón de cosas, pero aún así es impresionante la cantidad de cosas que podemos llegar a poseer, especialmente después de haber vivido un año con lo que cabe en cuatro alforjas.
Aquí también nos recibieron nuestra familia y amigos, más reencuentros. Lo curioso después de un año fuera, es que después de estar cinco minutos con alguien y tras haberte acostumbrado al nuevo peinado, parece que no haya pasado el tiempo. Igual de sorprendente fue bajar a la panadería de la esquina y ver cómo la panadera nos saludó con la misma rutina como si nos hubiera visto ayer. Y es que si no fuera porque en el calendario marca un año más, tras unos días aquí, parece que todo haya sido un sueño, que nunca nos hayamos movido del sofá y que Sudamérica esté muy lejos.
Pero estamos muy contentos de haber hecho este viaje, de haber llegado donde nos proponíamos, de haberlo hecho de principio a fin juntos, de haber conocido a tanta gente tan distinta, de traernos a muchos amigos que esperamos volver a ver, de haber aprendido otras maneras de vivir, de haber comido más arroz que en toda nuestra vida y, sobre todo, de poder volver.
Gracias a todos los que nos habeis seguido y apoyado, habeis sido de gran ayuda en muchos momentos.
Hasta otro viaje....
Carlos y Sonia
Aterrizamos en Madrid, donde parte de nuestra familia y amigos nos recibieron con mucha alegría e ilusión por ambas partes. Vimos la ciudad más bonita, más moderna, más limpia. La gente muy elegante, con muchos abalorios y bien vestida. Por contrapartida, el tercer día nos pusimos los dos enfermos. Nada concreto, pero se nos taparon los oídos, a Carlos le salió el herpes labial (después de un año sin él!) y Sonia tuvo una experiencia muy negativa al coger de nuevo un móvil y hablar media hora por él: se le recalentó el cerebro. Como decía Paco Martínez Soria, “la ciudad no es para mi”.
El trayecto de Madrid a Barcelona lo hicimos en coche, con las bicis y todos los trastos dentro. Al entrar por la Diagonal, atascada, a Sonia se le caían las lágrimas de la emoción. Cuando entramos de nuevo en casa, vacía y recién pintada, fue como estrenarla. Todo parecía mucho más grande y nuevo que cuando la dejamos. Fuimos trayendo cajas de ropa, toallas, cacharros de cocina, libros, mesas, sillas… que habíamos ido repartiendo por ahí, y nos asustamos al ver todo lo que tenemos. Hemos intentado aprovechar esta situación para librarnos de un montón de cosas, pero aún así es impresionante la cantidad de cosas que podemos llegar a poseer, especialmente después de haber vivido un año con lo que cabe en cuatro alforjas.
Aquí también nos recibieron nuestra familia y amigos, más reencuentros. Lo curioso después de un año fuera, es que después de estar cinco minutos con alguien y tras haberte acostumbrado al nuevo peinado, parece que no haya pasado el tiempo. Igual de sorprendente fue bajar a la panadería de la esquina y ver cómo la panadera nos saludó con la misma rutina como si nos hubiera visto ayer. Y es que si no fuera porque en el calendario marca un año más, tras unos días aquí, parece que todo haya sido un sueño, que nunca nos hayamos movido del sofá y que Sudamérica esté muy lejos.
Pero estamos muy contentos de haber hecho este viaje, de haber llegado donde nos proponíamos, de haberlo hecho de principio a fin juntos, de haber conocido a tanta gente tan distinta, de traernos a muchos amigos que esperamos volver a ver, de haber aprendido otras maneras de vivir, de haber comido más arroz que en toda nuestra vida y, sobre todo, de poder volver.
Gracias a todos los que nos habeis seguido y apoyado, habeis sido de gran ayuda en muchos momentos.
Hasta otro viaje....
Carlos y Sonia
martes, 26 de octubre de 2010
SANTA MARTA, TAYRONA Y CARACAS!
Cartagena de Indias tiene un centro histórico interesante, aunque demasiado turístico. Fuera de la ciudad amurallada, sólo encuentras hoteles en rascacielos frente a una playa minúscula y atestada de gente.
Por eso destinamos un par de días en descubrir los rincones de la ciudadela colonial y nos movimos a Santa Marta, una ciudad 200kms al este, algo más pequeña, destino turístico de muchos locales. Sin ser una ciudad especialmente bonita, sí que es más “auténtica” que la bella Cartagena. Mantiene la configuración de un pueblo; está formada en su totalidad de casas bajas y el centro de actividad se sitúa en el malecón que da a una playa, eso sí, también infesta y minúscula.
Nuestra intención era disfrutar de un par de días de sol y playa caribeña, cosa que no hemos podido hacer hasta la fecha. Así que, tal y como teníamos planeado, decidimos ir al Parque Natural Tayrona, una reserva en la que se conservan las playas y el entorno en su estado original; esto es, de lo más salvaje. Arrastramos la tienda de campaña y comida para un par de días a través de un camino selvático y embarrado para llegar al Cabo San Juan, y durante dos días nos dedicamos única y exclusivamente a recorrer los 15 pasos que van de la arena al mar, en uno y otro sentido, eso sí, siempre intentando permanecer a la sombra de las palmeras para no abrasarnos con el sol caribeño, aunque a su vez vigilando para no ser aplastados por una caída de cocotero.
Por eso destinamos un par de días en descubrir los rincones de la ciudadela colonial y nos movimos a Santa Marta, una ciudad 200kms al este, algo más pequeña, destino turístico de muchos locales. Sin ser una ciudad especialmente bonita, sí que es más “auténtica” que la bella Cartagena. Mantiene la configuración de un pueblo; está formada en su totalidad de casas bajas y el centro de actividad se sitúa en el malecón que da a una playa, eso sí, también infesta y minúscula.
Nuestra intención era disfrutar de un par de días de sol y playa caribeña, cosa que no hemos podido hacer hasta la fecha. Así que, tal y como teníamos planeado, decidimos ir al Parque Natural Tayrona, una reserva en la que se conservan las playas y el entorno en su estado original; esto es, de lo más salvaje. Arrastramos la tienda de campaña y comida para un par de días a través de un camino selvático y embarrado para llegar al Cabo San Juan, y durante dos días nos dedicamos única y exclusivamente a recorrer los 15 pasos que van de la arena al mar, en uno y otro sentido, eso sí, siempre intentando permanecer a la sombra de las palmeras para no abrasarnos con el sol caribeño, aunque a su vez vigilando para no ser aplastados por una caída de cocotero.
Pero todo lo bueno acaba, y así nuestro viaje. Tras once meses, 7 países pedaleados y 10.500kms en las piernas, hemos llegado a la meta. De Santa Marta tomamos un bus a Caracas, Venezuela, donde nos encontramos ahora y desde donde cogeremos en avión de vuelta a casa. Hemos visitado algo de la ciudad, repleta de propaganda socialista y de la cara del sr. Chávez (por qué no se calla?), pero lo que nos ocupa más el tiempo es la búsqueda y captura de dos cajas de cartón grandes donde poder empacar las bicis.
Entre este quehacer tan vagabundo y el hecho de que llevemos todo el día los pies sucios de pisar las calles anegadas de agua porque las alcantarillas no chupan toda el agua que cae en algun momento del día, nos sentimos más homeless que nunca.
sábado, 16 de octubre de 2010
ATRAVESANDO COLOMBIA
Si se puede describir Colombia con una palabra, esa es CALOR. Un calor húmedo que no descansa ni de noche. Es bastante agotador pedalear a 40º. Bebemos más de cinco litros de agua al día y la expulsamos prácticamente toda a través de la piel. Nos hemos llegado a levantar a las 4 de la mañana para empezar a pedalear cuando apenas asoma un rayo de sol en el horizonte, pero aún así hace calor. A las ocho de la mañana el termómetro pasa de los 30º y a las 10 ya estamos en 40º. Como el terreno es bastante llano, avanzamos unos 100kms por día, pero acabamos sofocados. Hasta las vaquitas buscan ponerse bajo la sombra. Pero ya tenemos ganas de volver así que intentamos avanzar rápido
Atravesando el eje cafetero llegamos a Medellín, que nos encantó. El nombre desde fuera asusta, al igual que el de Colombia, pero sobre todo Medellín por el famoso Cartel que estuvo de moda en las noticias, el narcotráfico y Pablo Escobar. Pero prejuicios aparte, la ciudad es hermosa. Tiene un centro muy bien organizado, con una plaza destinada a figuras de Botero (hijo pródigo de la ciudad), muchos parques y edificios muy interesantes.
También cuenta con un sistema de transporte público buenísimo: un metro exterior y dos líneas de teleféricos (llamados metro cables) integrados en el billete sencillo y que te llevan a los barrios situados en las lomas de las montañas, que facilitan mucho la movilidad en la ciudad y además permiten unas vistas espectaculares del valle y los alrededores. En cualquier otra ciudad valdría mucho más y sería solo destinado a guiris, aquí te lleva a los barrios más populares volando sobre la ciudad!
También visitamos el parque Explora, una especie de museo de la ciencia con muchas actividades interactivas. Nos metimos como de rebote y acabamos echando el día entero hasta que nos tuvieron que echar porque cerraban, que si no aún estaríamos allá!
También visitamos a los padres de Jaime, uno de nuestros compañeros de viaje, que nos agasajaron con unos riquísimos frijoles rancheros.
En la ruta no hemos dejado de encontrar amabilidad: unos policías nos invitaron a cenar en Puerto Valdivia, una familia nos convidó a unos sándwiches de jamón y queso a medio camino cuando nos tomábamos un juguito fresco para hidratarnos, un trabajador de una gasolinera nos ofreció dos tintos (aquí se le llama así a un cafetito)… y no paramos de recibir el apoyo de toda la gente que está soportando el calor bajo un árbol o sentados en la puerta de sus casas y nos ven pasar acalorados. También hemos hecho unos amigos monísimos
Y a los colombianos les encanta la música. No dejamos de oir salsa, merengue, bachata, vallenatos, cumbia, reggaetón… muchas veces entremezclados entre ellos ya que compiten con los vecinos por quién pone la música a más volumen, escuchando como resultado una mezcla aturdidora.
Anoche por fin llegamos a Cartagena de Indias, gran meta del viaje. Apenas hemos tenido tiempo de visitarla, a esto destinaremos los próximos días antes de retirarnos a alguna playa caribeña en el parque natural Tayrona antes de retomar la vuelta a casa.
Atravesando el eje cafetero llegamos a Medellín, que nos encantó. El nombre desde fuera asusta, al igual que el de Colombia, pero sobre todo Medellín por el famoso Cartel que estuvo de moda en las noticias, el narcotráfico y Pablo Escobar. Pero prejuicios aparte, la ciudad es hermosa. Tiene un centro muy bien organizado, con una plaza destinada a figuras de Botero (hijo pródigo de la ciudad), muchos parques y edificios muy interesantes.
También cuenta con un sistema de transporte público buenísimo: un metro exterior y dos líneas de teleféricos (llamados metro cables) integrados en el billete sencillo y que te llevan a los barrios situados en las lomas de las montañas, que facilitan mucho la movilidad en la ciudad y además permiten unas vistas espectaculares del valle y los alrededores. En cualquier otra ciudad valdría mucho más y sería solo destinado a guiris, aquí te lleva a los barrios más populares volando sobre la ciudad!
También visitamos el parque Explora, una especie de museo de la ciencia con muchas actividades interactivas. Nos metimos como de rebote y acabamos echando el día entero hasta que nos tuvieron que echar porque cerraban, que si no aún estaríamos allá!
También visitamos a los padres de Jaime, uno de nuestros compañeros de viaje, que nos agasajaron con unos riquísimos frijoles rancheros.
En la ruta no hemos dejado de encontrar amabilidad: unos policías nos invitaron a cenar en Puerto Valdivia, una familia nos convidó a unos sándwiches de jamón y queso a medio camino cuando nos tomábamos un juguito fresco para hidratarnos, un trabajador de una gasolinera nos ofreció dos tintos (aquí se le llama así a un cafetito)… y no paramos de recibir el apoyo de toda la gente que está soportando el calor bajo un árbol o sentados en la puerta de sus casas y nos ven pasar acalorados. También hemos hecho unos amigos monísimos
Y a los colombianos les encanta la música. No dejamos de oir salsa, merengue, bachata, vallenatos, cumbia, reggaetón… muchas veces entremezclados entre ellos ya que compiten con los vecinos por quién pone la música a más volumen, escuchando como resultado una mezcla aturdidora.
Anoche por fin llegamos a Cartagena de Indias, gran meta del viaje. Apenas hemos tenido tiempo de visitarla, a esto destinaremos los próximos días antes de retirarnos a alguna playa caribeña en el parque natural Tayrona antes de retomar la vuelta a casa.
miércoles, 6 de octubre de 2010
LOCOMBIA... quiero decir, COLOMBIA!!
En Quito, el primer día lo destinamos a visitar el centro histórico, preciosa ciudad colonial bastante bien conservada. Nos siguen sorprendiendo los contrastes que encontramos en nuestro recorrido: un día estamos en pueblitos pequeños, tranquilos, rodeados de naturaleza, y al día siguiente en el bullicio de la gran ciudad, como son las grandes ciudades de Sudamérica, con mucho tráfico, mucha gente, aceras estrechas, vendedores ambulantes, cláxones…
Otro día lo destinamos a visitar el Monumento del Centro del Mundo, eso es, el mismísimo ecuador. Este país se denomina así, a pesar de que otros muchos países atraviesan dicha línea imaginaria, porque es el más alto de todos ellos; en él se encuentra el punto más alejado del núcleo terrestre y por eso los científicos vinieron aquí a estudiar su magnitud. De hecho, Qui-to significa Centro del Mundo.
El monumento como tal no es gran cosa, un recinto muy turístico. Más interesante es un museo que se encuentra al lado, el Museo del Sol o algo así, por donde supuestamente pasa la verdadera línea del Ecuador calculada por GPS, y no en el monumento original. Este museo es más entretenido e interactivo, donde puedes comprobar cómo el agua gira en sentido opuesto en los hemisferios, el por qué de la dirección de los vientos y, lo más divertido, colocar un huevo sobre la cabeza de un clavo sobre la línea del Ecuador, ya que en ese lugar las fuerzas de atracción hacia los polos están equilibradas y es más sencillo. Carlos lo consiguió, pero Sonia no (debe tener el yin/yang desequilibrados…)
También habíamos oído decir acerca de la gran afición ciclista que hay en este país, y tanto el sábado como el domingo nos vimos acompañados de decenas de ciclistas de carretera perfectamente equipados pedaleando a modo de entreno. Algunos pasaban a toda pastilla saludando y deseándonos buen viaje, otros ralentizaban su paso para ir a nuestra altura y hablarnos, y otros nos paraban para obsequiarnos con indicaciones de ruta, botellines de cerveza… También nos cruzamos con una pareja francesa que va dando la vuelta al mundo y con un chico de Bogotá que va en bici (con motor!) hasta Chile.
Otro día lo destinamos a visitar el Monumento del Centro del Mundo, eso es, el mismísimo ecuador. Este país se denomina así, a pesar de que otros muchos países atraviesan dicha línea imaginaria, porque es el más alto de todos ellos; en él se encuentra el punto más alejado del núcleo terrestre y por eso los científicos vinieron aquí a estudiar su magnitud. De hecho, Qui-to significa Centro del Mundo.
El monumento como tal no es gran cosa, un recinto muy turístico. Más interesante es un museo que se encuentra al lado, el Museo del Sol o algo así, por donde supuestamente pasa la verdadera línea del Ecuador calculada por GPS, y no en el monumento original. Este museo es más entretenido e interactivo, donde puedes comprobar cómo el agua gira en sentido opuesto en los hemisferios, el por qué de la dirección de los vientos y, lo más divertido, colocar un huevo sobre la cabeza de un clavo sobre la línea del Ecuador, ya que en ese lugar las fuerzas de atracción hacia los polos están equilibradas y es más sencillo. Carlos lo consiguió, pero Sonia no (debe tener el yin/yang desequilibrados…)
Otro día quisimos ascender hasta la cima del volcán Pichincha en el teleférico, ya que nos habían dicho que se ven unas magníficas vistas de la ciudad, de forma muy alargada al estar enclavada en un valle entre dos cordilleras. Al llegar nos informaron de que justo acababa de cerrarse debido a una huelga. Decepcionados, decidimos visitar la parte nueva de la ciudad, cuando nos sorprendieron algunas calles cortadas por neumáticos quemados y policías gritando.
Creyendo que sería algo aislado, continuamos nuestro recorrido, sorprendiéndonos de nuevo al ver que cerraban las tiendas. Un paisano nos debió ver cara de guiris, nos preguntó de dónde éramos, y nos advirtió que no era seguro caminar por la calle, ya que la policía estaba en huelga y los ladrones estaban a sus anchas. No nos quedó otra que entrar en un restaurante a comer algo, momento en el que vimos la tele y nos dimos cuenta de que tenían al presidente de la república secuestrado y se hablaba de un supuesto golpe de estado.
Al terminar de comer, pensamos en ir al cine, ya que por las calles no se podía estar, y al llegar vimos que también estaba cerrado. Cogimos un taxi hacia el hostel y descubrimos a todos los guiris atrincherados dentro- al rato llegaron algunos otros del aeropuerto porque se cancelaron los vuelos. Ya no nos volvimos a mover, pero desde las ventanas se veían las calles desiertas y sólo el ruido de sirenas. Al día siguiente, viendo que la cosa estaba más tranquila y que se habían abierto las carreteras, decidimos tomar un bus hasta la frontera, no fuera caso que se volviera a cerrar.
Y así por fin entramos en Colombia, país muy esperado ya que TODOS los ciclistas que nos habíamos cruzado que habían pasado por aquí nos habían dicho que es el mejor país para pedalear, por el paisaje y, sobre todo, por su gente. Y razón tienen.También habíamos oído decir acerca de la gran afición ciclista que hay en este país, y tanto el sábado como el domingo nos vimos acompañados de decenas de ciclistas de carretera perfectamente equipados pedaleando a modo de entreno. Algunos pasaban a toda pastilla saludando y deseándonos buen viaje, otros ralentizaban su paso para ir a nuestra altura y hablarnos, y otros nos paraban para obsequiarnos con indicaciones de ruta, botellines de cerveza… También nos cruzamos con una pareja francesa que va dando la vuelta al mundo y con un chico de Bogotá que va en bici (con motor!) hasta Chile.
Eso sí, el calor es insoportable. Hemos empezado a pedalear a las 6 de la mañana para evitar las horas de más sol, pero con los grandes desniveles y los amigos que vamos haciendo por el camino, siempre nos acaba pillando la hora mala (a partir de las 11h ya hay más de 30 grados y pasando las 12h casi 40) y sudamos como nunca.
El último tramo hasta Cali, ciudad en la que nos encontramos ahora, lo hemos tenido que hacer bus, ya que el tiempo apremia- en un mes nos gustaría estar de vuelta en casa y aún nos queda mucho por recorrer!
domingo, 26 de septiembre de 2010
LA RUTA DEL SOL CON CARMEN!
Estamos en Guayaquil, de vuelta tras pasar unos días en la Ruta del Sol con Carmen, la madre de Sonia. Inicialmente pensamos en quedar en esta ciudad para ver si conseguíamos una oferta de última hora para las Galápagos, ya que nos habían dicho que en el último minuto los precios eran muy buenos, pero no encontramos nada cercano a razonable, más al contrario, excesivamente caros. Así que buscamos una ruta alternativa por la costa, que ha resultado bastante buena.
La ciudad de Guayaquil, de la que nos habían hablado muy mal, nos ha sorprendido positivamente. Cuenta con un nuevo malecón que da a la desembocadura del río Guayas, que dependiendo de la marea es río o es mar, y un centro histórico bien arreglado. Descubrimos la ciudad con Carmen en tres días, donde la iniciamos en la tradición del jugo de frutas diario y conocimos una plaza llena de iguanas.
En la ruta por la costa, el primer lugar que visitamos fue Montañita, pueblito muy famoso entre los surferos por sus buenas olas y también por todo turista mochilero que pasa por Ecuador. Ahora aquí es temporada baja, así que estaba bastante vacío, pero se ve que a partir de diciembre la ocupación se llena al 100% y no se puede ni caminar. Nos alegramos de haber estado más tranquilos; aún así había movimiento, especialmente de hippys y vendedores ambulantes que no dejaban de ofrecerte pulseras, tatuajes, comida y hasta lámparas en la playa. Carlos se lanzó a pillar olas, y lo hizo al más puro estilo “Le llamaban Carlitos”, mientras Sonia y Carmen tomaban el solecito en la arena.
El siguiente punto a visitar fue la Hostería Alandaluz, cerca de Puerto López, donde pasamos tres días en una cabañita de bambú.
Desde allí destinamos un día a visitar la Isla de la Plata, supuestamente la alternativa a las Galápagos, donde pudimos ver Piqueros de patas azules, Piqueros de Nazca, tortugas y otros peces haciendo snorkell y, lo más impresionante, ballenas.
Vienen alrededor de junio desde la Antártida a estas aguas más cálidas para aparearse. A principios de temporada se las ve saltar a modo de ligoteo. Una vez se embarazan, sobre estas fechas vuelven a la Antártida. Ahora ya no se ven tantos saltos, a excepción de algunas solteronas que se han quedado sin pareja, o de otros ejemplares que tienen exceso de grasa y saltan para quemarla, para que les sea más fácil el nado hasta la Antártida. Nosotros vimos bastantes ballenas nadando superficialmente, y un par saltando. Son unos bichos enormes! También pudimos ver cómo sacaban del mar tiburones recién pescados. No eran muy grandes, pero deben dar buenos mordiscos!
También hicimos canopy, al que Carmen se apuntó con ciertas dudas y acabó disfrutando como una niña!En uno de los paseos por la playa desde la Hostería Alandaluz ,muy agradables al ser playas desiertas, dimos con unos españoles que llevan unas cabañas en las Tunas, así que nos mudamos a pasar dos días más en ellas: cabañas Viejamar. Desde allí hicimos una caminata por el Parque Nacional Machalilla, recorriendo un bosque tropical seco hasta la famosa playa de los Frailes.
El siguiente punto fue Montecristi, pasando por Manta, una ciudad pesquera que no nos agradó demasiado. Montecristi es conocida por producir el famoso sombrero “panameño”, que no es panameño sino ecuatoriano, pero se denominó así ya que pasaba por Panamá antes de embarcarse rumbo a España. Son sombreros realizados con paja toquilla, supuestamente indestructibles por más que los dobles. Contra más fina es la paja, mejor y más caro el sombrero, de ahí los denominados “superfinos” que llevaban los actores clásicos de Hollywood y que pueden valer más de 1.000 usd.
De Montecristi regresamos a Guayaquil para terminar de recorrer la ciudad. Y ayer, como no, nos reecontramos con nuestros amigos colombianos Juan y Jaime, que hoy han arrancado en bici hacia la ruta del Sol, y que esperamos encontrar de nuevo.
Mañana Carmen vuela de vuelta a España y nosotros tomamos un bus nocturno a Quito, donde visitaremos la ciudad en dos o tres días antes de continuar pedaleando, a ver si nos acordamos después de quince días de vacaciones!!
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