domingo, 26 de septiembre de 2010

LA RUTA DEL SOL CON CARMEN!

Estamos en Guayaquil, de vuelta tras pasar unos días en la Ruta del Sol con Carmen, la madre de Sonia. Inicialmente pensamos en quedar en esta ciudad para ver si conseguíamos una oferta de última hora para las Galápagos, ya que nos habían dicho que en el último minuto los precios eran muy buenos, pero no encontramos nada cercano a razonable, más al contrario, excesivamente caros. Así que buscamos una ruta alternativa por la costa, que ha resultado bastante buena.

La ciudad de Guayaquil, de la que nos habían hablado muy mal, nos ha sorprendido positivamente. Cuenta con un nuevo malecón que da a la desembocadura del río Guayas, que dependiendo de la marea es río o es mar, y un centro histórico bien arreglado. Descubrimos la ciudad con Carmen en tres días, donde la iniciamos en la tradición del jugo de frutas diario y conocimos una plaza llena de iguanas.
En la ruta por la costa, el primer lugar que visitamos fue Montañita, pueblito muy famoso entre los surferos por sus buenas olas y también por todo turista mochilero que pasa por Ecuador. Ahora aquí es temporada baja, así que estaba bastante vacío, pero se ve que a partir de diciembre la ocupación se llena al 100% y no se puede ni caminar. Nos alegramos de haber estado más tranquilos; aún así había movimiento, especialmente de hippys y vendedores ambulantes que no dejaban de ofrecerte pulseras, tatuajes, comida y hasta lámparas en la playa. Carlos se lanzó a pillar olas, y lo hizo al más puro estilo “Le llamaban Carlitos”, mientras Sonia y Carmen tomaban el solecito en la arena.
El siguiente punto a visitar fue la Hostería Alandaluz, cerca de Puerto López, donde pasamos tres días en una cabañita de bambú.
Desde allí destinamos un día a visitar la Isla de la Plata, supuestamente la alternativa a las Galápagos, donde pudimos ver Piqueros de patas azules, Piqueros de Nazca, tortugas y otros peces haciendo snorkell y, lo más impresionante, ballenas.
Vienen alrededor de junio desde la Antártida a estas aguas más cálidas para aparearse. A principios de temporada se las ve saltar a modo de ligoteo. Una vez se embarazan, sobre estas fechas vuelven a la Antártida. Ahora ya no se ven tantos saltos, a excepción de algunas solteronas que se han quedado sin pareja, o de otros ejemplares que tienen exceso de grasa y saltan para quemarla, para que les sea más fácil el nado hasta la Antártida. Nosotros vimos bastantes ballenas nadando superficialmente, y un par saltando. Son unos bichos enormes! También pudimos ver cómo sacaban del mar tiburones recién pescados. No eran muy grandes, pero deben dar buenos mordiscos!
También hicimos canopy, al que Carmen se apuntó con ciertas dudas y acabó disfrutando como una niña!
En uno de los paseos por la playa desde la Hostería Alandaluz ,muy agradables al ser playas desiertas, dimos con unos españoles que llevan unas cabañas en las Tunas, así que nos mudamos a pasar dos días más en ellas: cabañas Viejamar. Desde allí hicimos una caminata por el Parque Nacional Machalilla, recorriendo un bosque tropical seco hasta la famosa playa de los Frailes.
El siguiente punto fue Montecristi, pasando por Manta, una ciudad pesquera que no nos agradó demasiado. Montecristi es conocida por producir el famoso sombrero “panameño”, que no es panameño sino ecuatoriano, pero se denominó así ya que pasaba por Panamá antes de embarcarse rumbo a España. Son sombreros realizados con paja toquilla, supuestamente indestructibles por más que los dobles. Contra más fina es la paja, mejor y más caro el sombrero, de ahí los denominados “superfinos” que llevaban los actores clásicos de Hollywood y que pueden valer más de 1.000 usd.
De Montecristi regresamos a Guayaquil para terminar de recorrer la ciudad. Y ayer, como no, nos reecontramos con nuestros amigos colombianos Juan y Jaime, que hoy han arrancado en bici hacia la ruta del Sol, y que esperamos encontrar de nuevo.
Mañana Carmen vuela de vuelta a España y nosotros tomamos un bus nocturno a Quito, donde visitaremos la ciudad en dos o tres días antes de continuar pedaleando, a ver si nos acordamos después de quince días de vacaciones!!

viernes, 10 de septiembre de 2010

ECUADOR: CALOR TROPICAL!

Dejamos con pena Trujillo. Nos costó despegarnos de Lucho, su familia y su casa de ciclistas. Salimos en bus de la ciudad, como el 99% de los ciclistas que se dirigen al norte, ya que a 60kms de Trujillo se encuentra Paiján, ciudad famosa por sus asaltos a ciclistas. Es el lugar más “peligroso” por el que hemos pasado, pero dentro del bus supuestamente no hay problema. Y decimos supuestamente porque en la terminal nos tomaron las huellas dactilares y nos filmaron a todos y cada uno de los viajeros del bus, así que suponemos que no sólo asaltan a los ciclistas y alguna vez se deben atrever con los buses. Afortunadamente, llegamos bien a Piura, gran ciudad del norte del Perú desde donde emprendimos la ruta en bici por zonas ya más tranquilas.
En dos jornadas llegamos hasta la frontera, acompañados por un paisaje que poco a poco iba cambiando. Pasamos del frío, aridez y sequedad al calor, verdor y humedad. A pesar de haber entrado en la zona de trópicos ya en el norte de Argentina, por primera vez nos sentimos tropicales. Todas las plantas son distintas, nos acompañan campos de arroz inundados de agua, y hemos atravesado kilómetros de plataneros: una zona productora de banana que abastece a medio mundo. También nos rodean los saltamontes más grandes que hemos visto nunca, y una curiosa especie de vaca con las orejas gigantes que nos ha cortado el paso en varias ocasiones.
Justo antes de entrar en Ecuador nos cruzamos con tres ciclistas colombianos, apoyados por un camión ya que van sin alforjas, que pretenden llegar a Antofagasta, en el norte de Chile, en un mes! Son muchos kilómetros, a pesar de ir sin peso- deseamos que les vaya muy bien y que nos puedan contar la experiencia si los vemos cuando pasemos por su ciudad, Cali.
Y la bienvenida a Ecuador no pudo ser más calurosa: por la temperatura y por la compañía. Nos habían hablado de Byron, un señor de Macará, el pueblito de la frontera, que acoge a ciclistas, y dimos con un hombre encantador. Conversamos de muchas cosas y disfrutamos de nuestra primera cena ecuatoriana en su restaurante Guatita Punto Com. Nos recomendó una ruta alternativa a la que teníamos prevista, supuestamente llana. Por lo tanto, al día siguiente no esperábamos batir nuestro récord de desnivel positivo: 1720m en 75kms. Y es que es verdad que no había grandes puertos, pero tampoco un centímetro llano. Todo fueron subidas y bajadas, y a lo tonto ascendimos como nunca. Y entre el calor y las escaladas acabamos deshidratados y agotados. Los siguientes días no fueron más relajados, hasta ahora, que por fin hemos alcanzado el nivel del mar y vamos más llanitos, acompañados por los plataneros.
Ayer llegamos a El Guabo, un pueblito cerca de Machala, la ciudad de la banana, y al entrar se nos aceraron los de la tele local a hacernos una entrevista, que pasaron por las noticias de la noche. Nos pilló un poco de sorpresa porque últimamente no nos vienen a recibir prensa y autoridades a la llegada. Lo bueno es que tuvimos la oportunidad de vernos en la tele, y nos partimos de risa!!! (como podéis ver es cierto que la tele engorda)
Desde aquí estamos a dos jornadas de Guayaquil, donde el martes iremos a buscar a Carmen, la madre de Sonia, que viene a pasar unos días con nosotros!!

jueves, 2 de septiembre de 2010

LUCHO: LA CASA DE CICLISTAS MÁS FAMOSA DE SUDAMERICA

Después de dejar a Alex, continuamos rumbo al sur junto con Juan, nuestro amigo colombiano. El trayecto desde Huaraz a Trujillo, donde estamos ahora, es todo bajada, aunque la carretera de ripio y el viento en contra hacen que no se avance tan rápido como se pudiera pensar.
Los 5 días que nos llevó llegar hasta esta casa nos sirvieron para disfrutar del recorrido que transcurre en gran parte al lado del río Santa por el Cañón del Pato (que no tiene patos), y más tarde a través de una carretera privada que, al ser privada, casi no tiene nada de tráfico.
En la ruta nos encontramos con una expedición de 30 ciclistas que están pedaleando de Quito a Ushuaia, apoyados con 2 camiones de bomberos que les llevan el equipaje, carpas y comida, en sólo 4 meses (lo que a nosotros nos llevará casi 10!!). Nos invitaron a compartir un sándwich y nos dieron algo de agua para seguir pedaleando.
Después del entrenamiento en altura y con Alex, se hizo rápido y fácil este recorrido y pudimos disfrutar de un par de días seguidos acampando, y haciéndonos unas "crispetas" (como llaman a las palomitas en Colombia) al acabar cada jornada.
Así llegamos a Trujillo, que se denomina la ciudad de la primavera (no sabemos bien el por qué ya que siempre está nublado) cuando se debería denominar la ciudad del ciclista ya que alberga la casa con el anfitrión más famoso del mundo, o –al menos- de este continente.
Justo a la llegada conocimos a Araceli –la mujer de Lucho- y a sus hijos: Lance (adivinan por qué se llama así?) y Ángela. Nos recibieron calurosamente y pasamos la tarde charlando y viendo como hacían empanadas ya que tenían un encarguito de sólo unas 300.
Tras pasar una semana -aquí el tiempo vuela- podemos decir que la fama de ser la mejor casa de ciclistas está más que bien merecida: hemos podido disfrutar las riquísimas tartas de Araceli (de chocolate, tres leches,…), el inmejorable acompañamiento y guía de Angela que nos llevó a las ruinas de Chan-Chan y a Huanchaco (la playa, que está a 10km), las incomparables trastadas de Lance (a Carlos le ha servido para recordar a sus sobris, cuando le utilizan como saco de boxeo)
y, cómo no, la presencia de LUCHO: el GRAN hombre orquesta –en el sentido literal- ya que no sólo toca la batería, es padre de familia que va al mercado y trae y lleva a los chicos al cole, organiza pruebas ciclistas,… Todo esto cuando no está tapizando unas sillas, arreglando una puerta o –al más puro estilo Sherlock Holmes- resolviendo un difícil caso criminal. Estos son sus hobbies, ya que para ganarse la vida, organiza eventos –luces, sonido, animación- y, lo más curioso, es que tiene tiempo –en sus ratos libres- para dedicarse a su verdadera pasión: el ciclismo y los ciclistas, a los que ayuda en la reparación de sus bicis, y que lo hace como ningún mecánico en muchos miles de kilómetros a la redonda.
Además de todo esto, gestiona la casa ciclista y saca tiempo para conversar y atender a cada uno de los que pasamos por aquí… Y cómo Lucho puede hacer todo esto?? Físicamente no sería concebible si no tuviera un ENORME corazón.
Nosotros hemos querido dejar nuestra colaboración, y ya que la casa se hace pequeña y quieren ampliar, Sonia ha retomado el Autocad tras 9 meses de desconexión y les ha dibujado unas propuestas para el nuevo edificio, mientras Carlos les ha entregado un plan de marketing para potenciar todas las actividades que realiza la familia. Esperamos que todos los proyectos que sueñan se hagan realidad!!
Otro tema son los ciclistas que pasan por aquí: algunos empiezan el viaje y andan perdidos, otros se perdieron hace años y no saben encontrar el camino de vuelta a casa. Ha sido interesantísimo coincidir con gente tan curiosa y tan distinta, hermanados todos por el viaje en bici.