lunes, 23 de agosto de 2010

CON ALEX POR LA CORDILLERA BLANCA

Nos encontramos en Huaraz, capital peruana del deporte de aventura, ciudad enclavada entre la cordillera Blanca y Negra, descansando por un día antes de reemprender la marcha hacia Trujillo.
La última actualización del blog era un jueves y estábamos a punto de recoger a Alex en el aeropuerto de Lima para llevarlo directamente a Junin, donde habíamos dejado las bicis, y así continuar pedaleando con él. Estábamos ansiosos en el aeropuerto, con una mini pancarta y todo de bienvenida, cuando lo vimos aparecer sin bici…. No nombraremos la compañía aérea española que en el vuelo Madrid-Lima no metió los equipajes del transfer de Barcelona… pero a pesar de reclamar por todos los medios la bicicleta extraviada, ésta no llegó a Lima hasta el domingo. De jueves a domingo estuvimos estancados en Lima, impotentes al no poder hacer nada por recuperar la bici. Claro está, intentamos aprovechar al máximo esos tres días en la ciudad, pero los 10 días de Alex en Perú estaban destinados a pedalear por las montañas, no a pasear por las calles de Lima…
Finalmente, el domingo llegó la bici, le hicimos el recibimiento que se merecía con la pancarta marchita del jueves anterior y nos metimos en un bus nocturno que a las 4 de la mañana nos dejó en Junin.
Dormimos tres horitas más en el hostel y a las 9.30 emprendimos la marcha.
Lo bueno fue que en el mismo hostel se encontraba Juan, nuestro amigo colombiano, y Ana, la chica de Lima que nos enseñó los encantos de su ciudad, listos también para pedalear, así que ese lunes soleado arrancamos cinco bicicletas por las punas peruanas.
No hubo mal de altura que nos parara: hicimos más de 100kms. Por el camino nos encontramos unos locales despojando lo que quedaba de sus ovejitas recién atropelladas por un camión, que nos ofrecían una pata de cordero que nosotros tristemente rechazamos, porque se nos iba a estropear con el trote de todo el día. Pero eso sí, ellos se hicieron fotos con nosotros y nosotros con ellos, muy contentos todos de encontrarnos en esa trágica situación por las ovejitas atropelladas.
Más adelante paramos a comer y saludamos a un ciclista canadiense que iba en la otra dirección.
Al día siguiente nos esperaba una larga carretera en descenso, hasta los 2000m. Ya es curioso que pedaleen cinco bicicletas a la vez, pero más curioso aún que se crucen con cinco más en el sentido opuesto: y eso ocurrió. Nos juntamos con dos estadounidenses, una pareja en tándem que venían de Alaska y un francés que estaba pedaleando unos días por Perú.
Intercambiamos, como siempre, algunas informaciones, y seguimos el descenso hacia Huánuco. Debido al apretado timing después de los tres días “perdidos” en Lima, decidimos tan pronto llegamos a Huánuco tomar un auto que nos adelantara unos kilómetros de una carretera que otros ciclistas nos habían advertido que estaba muy pesada y en obras.
Ana y Juan decidieron seguir con más calma, pero nosotros tres esa noche ya llegamos a La Unión, donde disfrutamos del apreciado arroz con pollo antes de descansar bien para la cuesta que nos esperaba al día siguiente.
Empezó el ascenso por un cañón hasta llegar a Huallanca, desde donde comenzaba la verdadera escalada hasta los 4800m.
Ese día hicimos 50kms con 1500m de desnivel positivo, montando las tiendas de campaña a 4600m de altura.
Por la noche ninguno durmió muy bien: Alex no conseguía acallar el boom boom del corazón, Carlos se despertaba cada poco y Sonia tenía los pies congelados. Porque dormir a esas alturas no es fácil. A las 9 de la noche, cuando nos metimos en los sacos, el termómetro marcaba 6 bajo cero, así que durante la noche debió ir cayendo más. A la mañana siguiente tuvimos que esperar largo rato a que el sol deshelara el agua de las botellas, que se congeló durante la noche.
Eso sí, el entorno inmejorable. Ya se veían a lo lejos los glaciares y los nevados de la cordillera Blanca, la cordillera tropical más alta del mundo y donde se encuentran los picos más altos del Perú.
Después de desmontar el campamento, seguimos el camino de tierra que nos llevaría a hacer los tres picos de 4800m, lo más alto que hemos llegado con la bici, antes de empezar el descenso por un pedregoso camino que nos llevó a descubrir las Puya Raymundis, una planta andina en extinción, autoproclamada la flor más alta del mundo.
Al fin de la jornada llegamos a Catac, un pueblito ya en el Callejón de Huaylas, cañón que discurre entre la cordillera Negra, al oeste, y la Blanca, al este, cuya capital es Huaraz, donde nos encontramos ahora, aunque llegamos hace tres días. Como Alex tomaba hoy el avión, no nos aventuramos a seguir avanzando más al norte y decidimos instalarnos aquí para hacer rutas en los alrededores, ya que son preciosos. Así, el sábado hicimos el trekking hasta la laguna 69, a los pies del Huáscaran, pico más alto del Perú y que da nombre al Parque Nacional. La laguna se encuentra al pie de los glaciares que cuelgan entre los 5000 y 6000m y mientras disfrutábamos de nuestro pic-nic en la orilla, vimos a una osada guiri meterse en bikini en las heladas aguas de la laguna.
Ayer domingo hicimos una excusión en bici por aquí cerquita, ascendiendo por la cordillera Blanca. Al ir sin alforjas notamos muchísimo la diferencia: qué ligeros vamos sin peso!! Y es que, aunque intentamos ir con lo mínimo, llevamos más de 40kgs cada uno, y eso, especialmente en las cuestas arriba, se nota un montón!!!
Nos lo hemos pasado muy bien con Alex, pero tristemente anoche lo despedimos… se ha hecho muy corto!! No ha habido mal de altura ni cansancio que pudiera con él- iba siempre en cabeza!! Esperamos que también le haya gustado la experiencia, y a ver si sirve de ejemplo para que alguien más se anime a pedalear con nosotros!!!

jueves, 12 de agosto de 2010

LIMA.... LIMÓN!!

Pues sí, estamos en Lima, capital del Perú, una ciudad muy grande y caótica, sobre todo llegando de la tranquilidad del campo.

El trayecto de Ayacucho a Huancayo nos llevó cuatro jornadas bien duras, al tratarse de carretera de ripio en ascenso. Subimos por el cañón del río Mancura a través de una una carretera muy tranquila. Los zancudos (el nombre de los temibles mosquitos) siguieron cebándose con nuestra sangre, pero a medida que íbamos ascendiendo la temperatura era más fresca y disminuían los bichos.
A pesar de no tener mucho tráfico, cada vez que pasaba un coche nos bañaba con el polvo del camino, acabando cada jornada hechos un asco.
En uno de los hospedajes en los que pasamos la noche había un lorito de un año, al que el niño de la casa estaba enseñando a hablar, que se encaprichó de la bici de Carlos y, al no saber volar, subía y bajaba de ella agarrándose con el pico y las garras.
Unos 30kms antes de llegar a Huancayo la imagen de una vaca espatarrada y abierta en canal al lado de la carretera nos hizo parar súbitamente. Se ve que a la vaquita de había dado un cólico y se le había inflamado el aparato digestivo hasta matarla. No hubo otro remedio que sacrificarla. Y de la vaca se aprovecha todo, como del cerdo, así que estaban procediendo a descuartizarla enterita para sacar la carne, las vísceras, el cuero, las pezuñas… menudo festín!
Pero también han habido otros animales vivos que nos han ido amenizando el camino.
De Huancayo en adelante la carretera ya estaba asfaltada, cosa que se agradece. Pasamos por Jauja, La Oroya y Junín, donde hemos dejado las bicis y alforjas a buen recaudo (esperamos) para bajar a Lima. De Junín a Lima hay 220kms pero el bus tarda unas 6 horas en llegar. Y es que Junín está a 4200m de altura, pero para llegar a la costa se debe ascender hasta 4810m, desde donde empieza una auténtica bajada de 170kms que ni los aviones. Acostumbrados a la altura, se nos taparon los oídos y al llegar a Lima nos sentimos incluso mareados, supongo que del exceso de oxígeno! También hay una diferencia importante en las temperaturas, del frío seco de la cordillera a la humedad fresquita del mar. Y es que unos 30kms antes de llegar a Lima te metes en la niebla y ya en la capital el cielo está todo el día encapotado. Debido a la proximidad de las montañas, se genera una capa de nubes que cubre la ciudad por todo el invierno. Parece que tenga ganas de llover todo el día, pero no.
Otra cosa que nos alegró es volver a ver el mar, o el océano en este caso, que teníamos olvidado desde Valparaíso hace más de cuatro meses. Qué grande y qué olas!! Con razón la playa está llena de surferos.
Por suerte, en la capital nos vamos a desintoxicar del arroz con pollo al que estamos acostumbrados a comer en la cordillera, disfrutando de los pescados: los hemos tomado de todo tipo, riquíssimos! Y gracias a Ana, una chica peruana amiga de Juan, nuestro compañero de bici Colombiano, hemos conocido lugares de la ciudad imposibles para dos guiris recién llegados. Hoy nos han llevado a comer un ceviche y un arroz con pescado espectaculares!

Mañana pensamos seguir disfrutando de las delicias culinarias de esta ciudad y a las 7 de la tarde iremos a recoger a Alex al aeropuerto, un amigo de Sonia que se viene a pedalear unos días con nosotros. Como viene bien entrenado, tenemos miedo que nos de una paliza…


domingo, 1 de agosto de 2010

LA COMETA BLANCA

Hemos descubierto que David, el chico de Zaragoza con el que recorrimos el Sud Lipez y el Salar de Uyuni, ha colgado un par de videos en youtube del inicio de nuestro pedaleo por el Salar. Gracias David! Aquí estan los links:
http://www.youtube.com/watch?v=mr35I4tySuU&feature=related
http://www.youtube.com/watch?v=yTC6JoracMo&feature=related

Antes de dejar Cusco visitamos el resto de zonas arqueológicas que nos faltaban. En Pisaq se reafirma el interés que tenían los incas en construir sus ciudades en lo alto de los cerros, como se muestra en la foto.

Esta otra pertenece a las ruinas de Chinchero: a los guiris (o gringos, como nos llaman aquí) nos cobran por entrar mientras los locales pasean a los chanchos.
Otra característica de toda la zona que venimos recorriendo es la posición de zonas de cultivo en las laderas de las montañas de pendientes infernales. Suponemos que deben cultivar papa, quinua y demás tubérculos enterrados, porque si fueran tomateras se les caerían rodando montaña abajo.
El día 28 de julio es el día de la Patria del Perú, el Aniversario de la Independencia, festejos que duran toda la semana. En cada pueblito que hemos parado hemos podido disfrutar de todo tipo de bailes regionales, desfiles militares e infantiles, recitales de poesía (de los que no hemos entendido nada porque el recitador se comía el micro) y mercadillos de venta de productos patrióticos: desde comida a banderas.
http://www.youtube.com/watch?v=Rx94oUP3xfk
Al salir de Cusco emprendimos ruta rumbo a Abancay, ciudad donde Francisco Pizarro y Diego de Almagro se enfrentaron por la soberanía de Cusco, batalla que ganó Pizarro. Nos esperaba avanzar por unas pampas para iniciar un largo y amargo descenso. Amargo porque sabíamos que después tendríamos que subir más de lo descendido, y no es bueno comerse el postre antes de haberlo sudado.
En el tramo de menor altitud, a 2000m, se notaba mucho más calor y humedad, ya que iba bordeando un río. Ya nos habían informado de la existencia de mosquitos en ese lugar, pero no nos esperábamos una emboscada de tan calibre. Los enemigos eran tan minúsculos que no nos dimos ni cuenta, pero por la noche nos picaba todo como si tuviéramos chinches. Contabilizamos unas 50 picaduras cada uno, Carlos concentradas en las piernas y Sonia en los brazos.
En menos de 60kms ascendimos 2000m, hasta la cota 4000. Y es que parece que un ascenso así sea porque han trazado la carretera en línea recta y ha dado con una montaña… pero no, supuestamente es la manera más fácil de pasar al otro lado.
Esta ascensión la hicimos en dos jornadas y descansando de vez en cuando
Y es que en toda esta zona no hay un valle que vaya comunicando pueblitos: hay infinitud de montañas y cerros con hoyos entre ellos y la carretera no deja de subir y bajar como la canción de La Cometa Blanca. Así nos sentíamos.
http://www.youtube.com/watch?v=Ks9HS7Gm-lE
Lógicamente, todos los pueblitos se encuentran en pendiente. Paralelas a la carretera aparecen un montón de casitas habitadas, con su campo inclinado de vegetales, de los que no entendemos cómo no se caen rodando. También hacen mucho adobe, ya que no es temporada de lluvias y así lo dejan secar al sol.
Al llegar a la cima vimos, del otro lado, la ciudad de Abancay a nuestros pies, y un poco más allá, la carretera en ascensión de la siguiente montaña.
Pero en este caso no fue una bajada amarga, porque habíamos decidido agarrar un bus para salvar las siguientes tres montañas. Los 300kms de Abancay a Ayacucho que en bici nos hubieran llevado más de una semana los hicimos en 15 horas en bus: 300kms en 15 horas! Y es que la carretera volvía a ser como la Cometa Blanca, pero además en ripio. Nos llevó más tiempo que el de tomar un avión y cruzar el charco, con los extras del polvo que entraba por las ventanas que no cerraban bien, el frío por la noche y el calor por el día, que a su vez aumentaba los olores a humanidad ahí dentro… y la empresa tenía el logo de: “un viaje de placer”.

Mañana seguiremos pedaleando hacia Huancayo, navegando entre más montañas, del cielo al suelo como La Cometa Blanca.