martes, 26 de octubre de 2010

SANTA MARTA, TAYRONA Y CARACAS!

Cartagena de Indias tiene un centro histórico interesante, aunque demasiado turístico.
Fuera de la ciudad amurallada, sólo encuentras hoteles en rascacielos frente a una playa minúscula y atestada de gente.
Por eso destinamos un par de días en descubrir los rincones de la ciudadela colonial y nos movimos a Santa Marta, una ciudad 200kms al este, algo más pequeña, destino turístico de muchos locales. Sin ser una ciudad especialmente bonita, sí que es más “auténtica” que la bella Cartagena. Mantiene la configuración de un pueblo; está formada en su totalidad de casas bajas y el centro de actividad se sitúa en el malecón que da a una playa, eso sí, también infesta y minúscula.

Nuestra intención era disfrutar de un par de días de sol y playa caribeña, cosa que no hemos podido hacer hasta la fecha. Así que, tal y como teníamos planeado, decidimos ir al Parque Natural Tayrona, una reserva en la que se conservan las playas y el entorno en su estado original; esto es, de lo más salvaje. Arrastramos la tienda de campaña y comida para un par de días a través de un camino selvático y embarrado para llegar al Cabo San Juan, y durante dos días nos dedicamos única y exclusivamente a recorrer los 15 pasos que van de la arena al mar, en uno y otro sentido, eso sí, siempre intentando permanecer a la sombra de las palmeras para no abrasarnos con el sol caribeño, aunque a su vez vigilando para no ser aplastados por una caída de cocotero.
Pero todo lo bueno acaba, y así nuestro viaje. Tras once meses, 7 países pedaleados y 10.500kms en las piernas, hemos llegado a la meta. De Santa Marta tomamos un bus a Caracas, Venezuela, donde nos encontramos ahora y desde donde cogeremos en avión de vuelta a casa. Hemos visitado algo de la ciudad, repleta de propaganda socialista y de la cara del sr. Chávez (por qué no se calla?), pero lo que nos ocupa más el tiempo es la búsqueda y captura de dos cajas de cartón grandes donde poder empacar las bicis.
Entre este quehacer tan vagabundo y el hecho de que llevemos todo el día los pies sucios de pisar las calles anegadas de agua porque las alcantarillas no chupan toda el agua que cae en algun momento del día, nos sentimos más homeless que nunca.

sábado, 16 de octubre de 2010

ATRAVESANDO COLOMBIA

Si se puede describir Colombia con una palabra, esa es CALOR. Un calor húmedo que no descansa ni de noche. Es bastante agotador pedalear a 40º. Bebemos más de cinco litros de agua al día y la expulsamos prácticamente toda a través de la piel. Nos hemos llegado a levantar a las 4 de la mañana para empezar a pedalear cuando apenas asoma un rayo de sol en el horizonte, pero aún así hace calor. A las ocho de la mañana el termómetro pasa de los 30º y a las 10 ya estamos en 40º. Como el terreno es bastante llano, avanzamos unos 100kms por día, pero acabamos sofocados. Hasta las vaquitas buscan ponerse bajo la sombra. Pero ya tenemos ganas de volver así que intentamos avanzar rápido
Atravesando el eje cafetero llegamos a Medellín, que nos encantó. El nombre desde fuera asusta, al igual que el de Colombia, pero sobre todo Medellín por el famoso Cartel que estuvo de moda en las noticias, el narcotráfico y Pablo Escobar. Pero prejuicios aparte, la ciudad es hermosa. Tiene un centro muy bien organizado, con una plaza destinada a figuras de Botero (hijo pródigo de la ciudad), muchos parques y edificios muy interesantes.
 
 
También cuenta con un sistema de transporte público buenísimo: un metro exterior y dos líneas de teleféricos (llamados metro cables) integrados en el billete sencillo y que te llevan a los barrios situados en las lomas de las montañas, que facilitan mucho la movilidad en la ciudad y además permiten unas vistas espectaculares del valle y los alrededores. En cualquier otra ciudad valdría mucho más y sería solo destinado a guiris, aquí te lleva a los barrios más populares volando sobre la ciudad!
También visitamos el parque Explora, una especie de museo de la ciencia con muchas actividades interactivas. Nos metimos como de rebote y acabamos echando el día entero hasta que nos tuvieron que echar porque cerraban, que si no aún estaríamos allá!
También visitamos a los padres de Jaime, uno de nuestros compañeros de viaje, que nos agasajaron con unos riquísimos frijoles rancheros.
En la ruta no hemos dejado de encontrar amabilidad: unos policías nos invitaron a cenar en Puerto Valdivia, una familia nos convidó a unos sándwiches de jamón y queso a medio camino cuando nos tomábamos un juguito fresco para hidratarnos, un trabajador de una gasolinera nos ofreció dos tintos (aquí se le llama así a un cafetito)… y no paramos de recibir el apoyo de toda la gente que está soportando el calor bajo un árbol o sentados en la puerta de sus casas y nos ven pasar acalorados. También hemos hecho unos amigos monísimos
Y a los colombianos les encanta la música. No dejamos de oir salsa, merengue, bachata, vallenatos, cumbia, reggaetón… muchas veces entremezclados entre ellos ya que compiten con los vecinos por quién pone la música a más volumen, escuchando como resultado una mezcla aturdidora.
Anoche por fin llegamos a Cartagena de Indias, gran meta del viaje. Apenas hemos tenido tiempo de visitarla, a esto destinaremos los próximos días antes de retirarnos a alguna playa caribeña en el parque natural Tayrona antes de retomar la vuelta a casa.

miércoles, 6 de octubre de 2010

LOCOMBIA... quiero decir, COLOMBIA!!

En Quito, el primer día lo destinamos a visitar el centro histórico, preciosa ciudad colonial bastante bien conservada. Nos siguen sorprendiendo los contrastes que encontramos en nuestro recorrido: un día estamos en pueblitos pequeños, tranquilos, rodeados de naturaleza, y al día siguiente en el bullicio de la gran ciudad, como son las grandes ciudades de Sudamérica, con mucho tráfico, mucha gente, aceras estrechas, vendedores ambulantes, cláxones…
Otro día lo destinamos a visitar el Monumento del Centro del Mundo, eso es, el mismísimo ecuador. Este país se denomina así, a pesar de que otros muchos países atraviesan dicha línea imaginaria, porque es el más alto de todos ellos; en él se encuentra el punto más alejado del núcleo terrestre y por eso los científicos vinieron aquí a estudiar su magnitud. De hecho, Qui-to significa Centro del Mundo.
El monumento como tal no es gran cosa, un recinto muy turístico. Más interesante es un museo que se encuentra al lado, el Museo del Sol o algo así, por donde supuestamente pasa la verdadera línea del Ecuador calculada por GPS, y no en el monumento original. Este museo es más entretenido e interactivo, donde puedes comprobar cómo el agua gira en sentido opuesto en los hemisferios, el por qué de la dirección de los vientos y, lo más divertido, colocar un huevo sobre la cabeza de un clavo sobre la línea del Ecuador, ya que en ese lugar las fuerzas de atracción hacia los polos están equilibradas y es más sencillo. Carlos lo consiguió, pero Sonia no (debe tener el yin/yang desequilibrados…)
Otro día quisimos ascender hasta la cima del volcán Pichincha en el teleférico, ya que nos habían dicho que se ven unas magníficas vistas de la ciudad, de forma muy alargada al estar enclavada en un valle entre dos cordilleras. Al llegar nos informaron de que justo acababa de cerrarse debido a una huelga. Decepcionados, decidimos visitar la parte nueva de la ciudad, cuando nos sorprendieron algunas calles cortadas por neumáticos quemados y policías gritando.
Creyendo que sería algo aislado, continuamos nuestro recorrido, sorprendiéndonos de nuevo al ver que cerraban las tiendas. Un paisano nos debió ver cara de guiris, nos preguntó de dónde éramos, y nos advirtió que no era seguro caminar por la calle, ya que la policía estaba en huelga y los ladrones estaban a sus anchas. No nos quedó otra que entrar en un restaurante a comer algo, momento en el que vimos la tele y nos dimos cuenta de que tenían al presidente de la república secuestrado y se hablaba de un supuesto golpe de estado.
Al terminar de comer, pensamos en ir al cine, ya que por las calles no se podía estar, y al llegar vimos que también estaba cerrado. Cogimos un taxi hacia el hostel y descubrimos a todos los guiris atrincherados dentro- al rato llegaron algunos otros del aeropuerto porque se cancelaron los vuelos. Ya no nos volvimos a mover, pero desde las ventanas se veían las calles desiertas y sólo el ruido de sirenas. Al día siguiente, viendo que la cosa estaba más tranquila y que se habían abierto las carreteras, decidimos tomar un bus hasta la frontera, no fuera caso que se volviera a cerrar.
Y así por fin entramos en Colombia, país muy esperado ya que TODOS los ciclistas que nos habíamos cruzado que habían pasado por aquí nos habían dicho que es el mejor país para pedalear, por el paisaje y, sobre todo, por su gente. Y razón tienen.
También habíamos oído decir acerca de la gran afición ciclista que hay en este país, y tanto el sábado como el domingo nos vimos acompañados de decenas de ciclistas de carretera perfectamente equipados pedaleando a modo de entreno. Algunos pasaban a toda pastilla saludando y deseándonos buen viaje, otros ralentizaban su paso para ir a nuestra altura y hablarnos, y otros nos paraban para obsequiarnos con indicaciones de ruta, botellines de cerveza… También nos cruzamos con una pareja francesa que va dando la vuelta al mundo y con un chico de Bogotá que va en bici (con motor!) hasta Chile.
 
Eso sí, el calor es insoportable. Hemos empezado a pedalear a las 6 de la mañana para evitar las horas de más sol, pero con los grandes desniveles y los amigos que vamos haciendo por el camino, siempre nos acaba pillando la hora mala (a partir de las 11h ya hay más de 30 grados y pasando las 12h casi 40) y sudamos como nunca.
El último tramo hasta Cali, ciudad en la que nos encontramos ahora, lo hemos tenido que hacer bus, ya que el tiempo apremia- en un mes nos gustaría estar de vuelta en casa y aún nos queda mucho por recorrer!