jueves, 22 de julio de 2010

DE PUNO A CUSCO- MACHU PICCHU!

El trayecto de Puno a Cusco es un agradable paseo por el altiplano, casi todo llano, por una carretera asfaltad, sin mucho tráfico y con un agradable paisaje: esto es, una delicia para cualquier ciclista. Este trayecto lo hicimos en 5 días, pasando por las ruinas de Pucará.
En Santa Rosa pudimos ver los bailes que ensayaban los niños del colegio para una competición que tendría lugar el martes siguiente.
Justo antes de entrar en este pueblo nos encontramos con Ana y Alister, que vienen desde Alaska!! Esto fue justo antes de la gran final del mundial: Ana es de Holanda, así que nos deseamos mutuamente suerte y lamentamos no poder ver el partido juntos.
Al día siguiente pasamos por el punto más alto hasta la fecha: el Abra La Raya, a más de 4.300 m. de altitud.
Después de esta subida, teníamos una agradable bajada hasta Aguas Calientes, donde nos esperaban unas estupendas termas, barros y sauna!! El único problema fue que no había televisión para ver el partido de la gran final. Por tanto, decidimos darnos un rápido baño y agarrar el bus hasta la siguiente ciudad: Sicuani, a unos 30km, donde vimos el partido en un comedor… No había mucho ambiente, pero fue igualmente emocionante. Cuando acabó intentamos llamar a España, pero dimos con el único pueblo donde no se podían hacer llamadas internacionales!! Una pena.
De vuelta a las termas celebramos el triunfo con un baño al aire libre rodeados de montañas hasta la puesta de sol.
Conocimos también a dos alemanes, Daniel y Bernard, que están recorriendo Perú y Bolivia en moto-taxi.
Tal como nos dijeron, la velocidad es similar a la nuestra, sólo que hay que hacer un poco menos de ejercicio!! Dejaron a Carlos probar la experiencia y miren la cara de velocidad (a sólo 5 km/h!!)
En un par de días más llegamos a Cusco.
Tras una entrada bastante horrible fuimos al hostal que nos habían recomendado: La Estrellita, un sitio muy agradable, justo en el centro y donde por sólo 4€ tienes una habitación con desayuno incluido en el que te dan a elegir como quieres los huevos: fritos o revueltos!! Además, justo al lado hay una panadería francesa con “pan au chocolat” y “croissants” que no habíamos probado hacía mucho tiempo… Y es que en Cuzco, además de ser una ciudad muuuy bonita, se come muy bien. Hacía mucho que no probábamos comida tan rica (la foto de abajo es de un cuy, una especie de rata que todavía no hemos degustado, pero que ya habrá tiempo pues también es la especialidad de Ecuador).
En Cuzco tampoco faltamos nunca a nuestra cita diaria con los batidos: el mayor problema es de qué tomarlo: Lúcuma, fruta de la pasión, mango… todas las frutas son deliciosas!!
Tras 3 días de descubrir la ciudad, comer bien y visitar las ruinas de los alrededores (hay muchos piedros: Saqsayhuamán, Qenqo, Pukapukara, Tambomachay) decidimos poner rumbo a uno de los platos fuertes del viaje: el Machu Picchu.
Hay toda una leyenda entre los mochileros sobre las formas de llegar intentando que no te sableen tanto (porque esto es muy guiri y bastante caro!); al final optamos por la más cómoda y más cara: el tren. No obstante, para agarrar este tren hay que ir en bus hasta Ollantaytambo donde hay otras preciosas ruinas incas que también visitamos.
El tren te lleva hasta Aguas Calientes (otra Aguas Calientes, el nombre no es muy original), un pueblo 100% turístico hecho por y para visitar el Machu Picchu, del que dista unos 10kms. Es conveniente madrugar para verlas sin tanta gente y también para tener acceso al cerro Wayna Picchu, donde sólo admiten a los 400 primeros en llegar (lo visitan unas 3.000 personas al día). Por este motivo, cuando salimos del hostal a las 4am y vimos riadas de gente en la calle no sabíamos si salían de los pubs o qué… pero nos dimos cuenta de que todos íbamos en la misma dirección, poniéndonos las linternas en la cabeza al salir del pueblo, apresurados por no quedarnos atrás y llegar lo antes posible a la entrada, camino nada fácil porque hay que ascender unos 600m. Nosotros conseguimos ser el nº18 y 19 de ese día y así poder tener unos “minutos” de tranquilidad antes de que llegara la “avalancha” de gente. Desde las 5.30am empiezan a llegar los minibuses desde Aguas Calientes, pero a partir de las 10 es un no parar de gente y guías con paraguas. Porque en España habrá crisis, pero por aquí está llenito de españoles!
El Machu Picchu sin duda es espectacular, pero ya no por las ruinas en sí, sino por su impresionante ubicación en la cumbre de la montaña, pero no cualquier montaña, sino una auténticamente escarpada y tupida en vegetación.

Las ruinas están situadas en la cresta y rodeadas por dos cerros más altos: el Machu Picchu (montaña vieja) y el Wayna Picchu (montaña joven), a la cual ascendimos. El camino para subir al Wayna Picchu daba vértigo y es que si te tropiezas en las escaleras (hechas para gigantes y resbaladizas por la humedad), lo más probable es que acabes en el río, casi mil metros abajo.
Ahora es época seca (las lluvias son de octubre a abril), pero aún así el día anterior a que lo visitáramos estuvo lloviendo, y toda la ascensión a las 4am la hicimos rodeados de una espesa niebla que se fue disolviendo mientras salía el sol y se nos iban descubriendo las ruinas de entre las nubes.
En Aguas Calientes pasamos un día, pudiéndonos dedicar a diversas polladas (comidas de pollo frito)
pero al final nos decidimos por ir a “El Indio Feliz”, restaurante francés recomendado por nuestros amigos Marie y Simon desde hacía meses. Para Carlos esto era casi más importante que el propio Machu Picchu y uno de los puntos culminantes del viaje (a partir de aquí ya no comeremos tan bien).
En este pueblo estaban de celebraciones por la Virgen del Carmen y pudimos ver una pelea de gallos y un divertido desfile, muy colorido, que se prolongó hasta altas horas de la noche (tocando las trompetitas y los tamborcitos… y nosotros que a las 4 ya teníamos que estar despiertos…)
La mayor pega de la excursión fue que Sonia se agarró un catarro que hizo que volviéramos directamente a Cuzco y que esté en cama un par de días, mientras se recupera completamente. Ahora nos faltan por visitar otro par de ruinas de los alrededores de Cuzco, antes de empezar los sube y bajas de la cordillera peruana, que parece que cada vez se hacen más accidentados.

viernes, 9 de julio de 2010

TITIKAKA

Nos encontramos en Puno, Perú, a orillas del lago Titikaka, el más grande de Sudamérica. Y es que parece un mar.
Dejamos La Paz para dirigirnos a Copacabana, localidad boliviana a orillas de lago famosa por la devoción a su Virgen. Muchos fieles llegan a pedirle ayuda, y también se dirigen allá para bendecir a los coches. Justo era domingo, y suponemos que habría más gente por eso, pero el cura no daba de sí bendiciendo a los coches, que los engalanan con flores, y a la gente que no paraba de solicitarle.
En Copacabana también pudimos disfrutar del pescado, que ya teníamos olvidado, comiéndonos unas truchas frescas frescas riquísimas (por 16 bolivianos... unos dos euros).
El lunes visitamos la Isla del Sol, que cuenta con ruinas de la civilización pre-incaica (Tiwanacu) y unas vistas del lago preciosas.
Recorrimos por completo la isla de norte a sur (en tres horas te la caminas) y pudimos comprobar el “daño” que ejerce el exceso de turismo en un hábitat tan pequeño: por todo el camino no dejaba de aparecer gente local intentando vendernos cualquier cosa: gorritos, bananas, collares… al grito de “cómprame, cómprame!!” y los niños pequeños “dame plata! dame plata!”.

El martes ya emprendimos el pedaleo, acompañados de nuestros amigos colombianos Juan y Jaime, con quienes despedimos con pena Bolívia y entramos en Perú.
Por la noche acampamos juntos en un lugar idílico a orillas del lago, donde disfrutamos de una hermosa puesta de sol.
En el siguiente día de pedaleo llegamos hasta Puno, capital de la zona, donde nos encontramos ahora.
En una semanita más o menos esperamos haber llegado a Cuzco y poder estar visitando las ruinas del Machu Picchu!!

sábado, 3 de julio de 2010

HUAYNA POTOSÍ- 6.088m!!

Todavía tenemos agujetas hasta en las pestañas. La madrugada del martes al miércoles subimos el Huayna Potosí, que no está en Potosí sino muy cerca de la Paz. Decidimos hacer esta “excurisón” porque nos habían dicho que era un 6.000 muy fácil y divertido, aunque a nosotros no nos lo ha parecido tanto.
Dejamos la ciudad el martes por la mañana y una furgoneta nos llevó hasta el pie de la montaña, desde donde iniciamos un trekking de unas tres horitas hasta el campamento base, a 5130m de altura.
A las cinco nos dieron la cena y a las seis ya estábamos todos metidos en el saco intentando dormir, cosa que resultaba difícil, especialmente por el frío y el ruido ensordecedor que hacía el viento al dar con las ventanas.
A las doce y media de la noche, una hora buenísima, nos despertamos y nos preparamos: tres pares de pantalones (medias térmicas, pantalones y otros impermeables encima), cuatro capas arriba (camiseta térmica, dos polares y el chubasquero), dos pares de calcetines (Sonia tres), dos gorros, botas de nieve, crampones, piolet, arnés y, sobre todo, la linterna de minero en la cabeza para caminar en la oscuridad por la nieve.
De esa guisa, y ya cansados, salimos a la una y media de la mañana los dos junto con David, nuestro guía, atados los tres con una cuerda. Empezamos a ascender por la montaña, a paso muy muy lento pero lo máximo que nuestro cuerpo nos permitía a esas alturas. Era muy importante seguir un ritmo de respiración acompasado a los pasitos, porque a la que rompías el ritmo era imposible seguir respirando. En alguna ocasión tuvimos que parar para evitar ver estrellitas de delirio. Cansancio ya no físico, también mental, porque la cumbre la esperábamos alcanzar a las siete de la mañana, así que nos esperaban más seis horas de ascensión con pendientes variables. En varias ocasiones estuvimos por volvernos atrás, pero si uno decaía, el otro le que animaba a seguir.
Cuando ya amanecía divisamos la cumbre. Lo que no nos esperábamos eran los últimos metros tan escarpados, con precipicio a ambos lados y debiendo clavar el piolet a cada paso. Pero lo conseguimos!!
Las vistas desde la cumbre, a 6088m, fueron realmente espectaculares: se divisaba la ciudad de El Alto, el lago Titicaca, las Yungas (la zona de selva) cubiertas por un mar de nubes… Lo malo es que estábamos tan cansados que no acabamos de disfrutar ese momento.
El descenso tampoco fue fácil por el cansancio acumulado, pero al menos ya era de día y pudimos ver el camino que habíamos recorrido en la oscuridad: un mar de nieve virgen precioso!
Llegamos al refugio con bastante mal cuerpo y sin nada de hambre (hasta costaba beber agua en esas alturas, que además, se nos había congelado!!). Nos ofrecieron una sopita caliente pero no nos entraba nada, así que continuamos el descenso hasta el pie de la montaña.
Al llegar a la Paz, Cristian, el chico que lleva la casa de ciclistas, nos invitó a la excursión que tenían preparada al día siguiente.
Nuestras bicis estaban en el taller, y además hubiéramos sido incapaces de pedalear con tantas agujetas, así que los acompañamos en la furgoneta que hacía a su vez de coche escoba. Descendimos por el rio que nace en La Paz, por un valle bellísimo que cada vez se hace más y más verde, tres en bici y cuatro en la furgo, y a la vuelta metimos las bicis en la furgo y sufrimos para que la antigua Volkswagen nos trajera de vuelta.
Ahora estamos esperando que terminen las aguetas para seguir la ruta rumbo Copacabana y entrar en Perú!