domingo, 23 de mayo de 2010

VALLES CALCHAQUIES

Para ir de Cafayate a Salta elegimos la opción difícil, la que atraviesa los Valles Calchaquíes ya que nos la habían recomendado por su belleza y espectacularidad. La verdad es que el recorrido no nos defraudó, a pesar de su dificultad ya que la mayor parte es por carretera de ripio o, mejor dicho, de arena en la que la bicicleta derrapa y se hunde a menudo y que hay que hacer el doble de esfuerzo por avanzar.
Lo bueno es que todo el trayecto está lleno de pueblecitos y, entre pueblo y pueblo, hay multitud de casas e iglesias. Parece que aquí el tiempo se detuvo hace 60 ó 100 años. El primer día paramos enfrente de una de estas casas para comer y dio la casualidad que ese día celebraban la fiesta del patrón: San Isidro!! Estaban preparando un locro (guiso tradicional con una base de maíz) y empanadas al horno.
Nos invitaron a quedarnos, ver la procesión y participar del festejo: nos hizo mucha gracia porque en la Iglesia los dos santos venerados eran San Isidro y La Mercè: como los de nuestras respectivas ciudades de origen!! No obstante, queríamos avanzar un poco más, así que después de que nos enseñaran todos los animales que tenían en la granja, proseguimos el camino.
Este día llegamos a Angastaco, tras atravesar la Quebrada de las Flechas donde degustamos una milanesa napolitana (con queso y tomate) que ocupa el nº1 del ranking hasta la fecha.
En dos días más llegamos a Cachi, un pueblo de montaña con antiguas casas coloniales del que todo el mundo nos había hablado maravillas. Allí nos encontramos con dos ciclistas que habíamos visto hacía un par de semanas: Tom y Brian. Tom le pidió a Sonia que demostrara los genes que lleva en la sangre, haciéndole un corte de pelo “escalado”. La verdad, el resultado no estuvo nada mal, así que si necesitamos un ingreso extra ya sabemos cómo conseguirlo...
Después de descansar un par de días en Cachi, pusimos rumbo a Salta. Para ello tuvimos que pasar la famosa recta “Tin-tin” y ascender hasta los 3.400 m, para después bajar durante más de 50 km unos 2.000m!! Fue un día muy duro, con casi 8 horas encima de la bici, pero la bajada mereció la pena el esfuerzo!

La Puna, planícies en altura donde no hay ni árboles
En la cima!
La cuesta del obispo, de bajada para nosotros!!
Al día siguiente, la llegada a Salta fue bastante incómoda; es la ciudad más grande que atravesamos desde Santiago (tiene 500.000 habitantes) y diez kms antes de llegar propiamente a la ciudad ya estaba todo repleto de coches y autobuses. Un cambio drástico después de atravesar los valles calchaquíes, casi sin tráfico. Salta es muy bonita y la única pega es lo dicho: el follón. Aquí hemos comido en sitios estupendos, visitado el Museo de Alta Montaña donde tienen expuestas las momias de los niños del Llullaillaco- tres niños que fueron sacrificados por los Incas- montado en teleférico y, en definitiva, hecho el turista más absoluto.
En el hostel donde estamos ahora nos alojamos diez ciclistas!! Nos hemos encontrado con Jason y Jenny, ingleses, con una pareja suiza de la que nos habian hablado Marie y Simon, con una chica de sudáfrica, otra británica, un chico sueco y otro irlandés al que todavía no hemos visto. Y todos vamos hacia Bolivia! Así que esperamos poder encontrarnos con algunos de ellos en el camino!
Mañana continuaremos hasta Jujuy donde disfrutaremos de los fastos de la víspera del bicentenario de Argentina (el 25 de mayo cumplen 200 años... nada comparado con la vieja Europa!) y luego iremos a San Pedro de Atacama, en Chile, a reunirnos con los padres de Carlos!!

viernes, 14 de mayo de 2010

DAMAJUANA

Hola hola!
Estamos en Cafayate, en la provincia de Salta, ciudad del vino del norte de Argentina.
Estos días hemos estado recorriendo valles a dos mil metros de altura, rodeados de cordilleras a ambos lados con cimas que llegan hasta los 5.000.
Lo más destacable es que hemos hecho muchos amiguitos. Nada más salir de Chilecito nos adelantaron dos bicis a toda velocidad, Tom de Bélgica y Brian de Australia, que también van recorriendo en nuestra dirección. Al día siguiente llegamos a Belén, donde Vanessa y Segundo nos hospedaron de maravilla en su hostel Retama, y coincidimos con Enda, un ciclista irlandés que también va en nuestra dirección y esperamos volver a encontrar (tenemos una cena pendiente!), y Celeste, una porteña que ya habíamos conocido en Villa Unión.
En Belén hicimos grandes descubrimientos gastronómicos: las nueces confitadas, para gran deleite de nuestro paladar y de las que ya no nos podemos despegar, el locro, el jigote, el patai , el membrillo glaseado y también la milanesa napolitana, que ya habíamos probado en el sur pero de la que ahora vamos haciendo ranking.
Al dejar Belén llegamos a Hualfi, pueblecito cordillerano donde recorrimos restos arqueológicos de los indígenas previos a la colonización inca y española y donde a la vez está el comedor Doña Margarita, número uno en nuestro ranking de milanesa napolitana. También conocimos a los tres chicos del “mini cine ambulante”, que van recorriendo el norte de argentina hasta fin de año llevando el cine a los pueblitos más apartados- esperamos encontraros de nuevo y compartir una peli con vosotros!!!

Al día siguiente, en una recta de 20 kms a 2200 metros de altura nos cruzamos con Hernán, un ciclista argentino que piensa recorrer su país desde Bolivia hasta Ushuaia (unos 5000kms) en dos meses… a pedalear, amigo!!!
Esa noche acampamos en una zona arenosa rodeados de cactus y al amanecer, a las 8 de la mañana, nuestro termómetro marcaba cero grados!! En toda esta zona, de día el sol arde pero a la sombra o de noche la temperatura baja drásticamente.
En Amaicha del Valle coincidimos con varios españoles en el hostal. Hacía mucho que no nos encontrábamos a ninguno!! Amaicha es conocida por su celebración anual a la Pachamama, la madre tierra y es un tranquilo pueblecito con nada menos que 360 días de sol al año (así lo publicitan). Casi lo mismo que la carretera austral!!!
De camino a Cafataye visitamos las ruinas de Quilmes, antigua población de más de 5000 personas que existió en la ladera de la montaña desde el siglo VIII hasta que la colonización española la arrasó. A partir de ahora, a medida que vayamos para el norte, decir que somos de España no es una buena cosa… somos los que mataron a sus antepasados y erradicamos su cultura, lenguaje y tradición. Sin recor (esperemos).
En el recorrido que vamos a seguir hasta Salta vamos guiados por las recomendaciones de Alba, la prima de Sonia, y sobre todo de Olaf, nuestro guía argentino personalizado. Nos había recomendado encarecidamente que nos compráramos una damajuana nada más llegar a Cafataye. Ilusos de nosotros, pensábamos que se trataba de algun dulce típico. Menuda fue nuestra cara de póker al preguntar por una y descubrir que se trataba de una garrafa de cinco litros de vino de mesa!!! No nos atrevimos con tanto, pero en la casa de la empanada nos pedimos un litro de dicho elemento, continuamos ingiriéndolo al llegar al hostel al unirnos a una celebración de cumpleaños, y retumbó en nuestras cabezas al día siguiente mientras pedaleamos por la Quebrada de las Conchas. Se trata de un recorrido de unos 30kms donde se puede admirar las formaciones rocosas de arenisca rojiza de caprichosas formas creadas por la erosión del agua hace millones de años. Impresionante…(casi tanto como la resaca de la damajuana)
Y como para la resaca dicen que lo mejor es seguir tomando, ayer recelebramos el cumpleaños de Daniel haciendo un asado en el hostel y, por supuesto, con más vino en formato damajuana.
Hoy estamos desintoxicándonos para mañana poder seguir pedaleando rumbo a Cachi y preparándonos mentalmente para pasar la cuesta del obispo, a 3400 metros de altura. Glups… Será el punto más alto que hayamos alcanzado hasta la fecha y también uno de los mayores desniveles a salvar en un solo día. Veremos qué tal se da…

martes, 4 de mayo de 2010

LA CUESTA DE MIRANDA

Hola hola! Primero de todo, añadimos el link de la super-producción que se editó cuando Sonia estaba convaleciente (por cierto, ya se encuentra perfectamente- gracias por los mensajes de ánimo!)

http://www.youtube.com/watch?v=yGXyQtYehNQ

Finalmente pudimos dejar San José de Jáchal, con nuevo buje para la rueda trasera de Carlos y nueva tija en la bici de Sonia. Fue imposible extraer el sillín de la manera tradicional y después de varios intentos calentando el cuadro con un soplete para posteriormente echarle agua fría e intenta mover el sillín con el cambio térmico, decidimos junto con la gente del taller que la única manera era limando el aluminio. Así que un día entero estuvo el señor de la tienda de bicis limando la tija de aluminio, hasta que pudo sacarla y sustituirla por otra que, esta vez, nos hemos preocupado de engrasar bien para que no vuelva a pasar. He aquí una imagen de cómo quedó la tija tras la extracción:
A la salida de Jáchal pasamos la cuesta de Huaco y seguimos por una ruta de rectas infinitas rodeados de pampa y piedra.
Hicimos noche próximos a una mina a cielo abierto que se veía en las montañas, y sobre las siete de la tarde oímos una explosión. Hemos tenido la oportunidad de hablar con varias personas de la zona acerca de la minería, algunas a favor porque generan empleo, pero la mayoría en contra, ya que, según dicen, contaminan el aire, los ríos, se mueren los animales de la zona, cambia el clima…
El segundo día de pedaleo llegamos a Villa Unión, ciudad bastante turística debido a su proximidad con el Valle de la Luna y el parque nacional Talampaya. Nosotros no pasaremos por este valle de la Luna porque se aleja de nuestra ruta, pero debe ser bien bonito. De todos modos, en Atacama hay otro valle de la luna que sí pensamos visitar, así que algo de Luna veremos!
Al día siguiente, en Villa Unión el cielo se levantó encapotado, pero en el hostel donde nos alojábamos nos insistieron con lo de “aquí nunca llueve”, por tanto decidimos seguir adelante. No llevábamos ni diez kilómetros cuando cayeron las primeras gotas, y un poco más allá tuvimos que parar a ponernos la ropa de lluvia.
La carretera ascendía progresivamente, por lo que no podíamos avanzar muy rápido y la lluvia nos iba calando cada vez más. A unos treinta kilómetros pasamos por un pueblito (si se puede llamar a tal a cuatro casitas de adobe) donde pedimos un techo para guarecernos. Nos ofrecieron un cuartito, no sabemos si destinado a animales o futura casita de alguien, pero donde pudimos quitarnos la ropa mojada y cambiarnos a algo más seco.
Comimos de la ensalada de lentejas que íbamos arrastrando: el primer día era lentejas y pasta, como no nos la acabamos del todo, para el día siguiente creció con atún, aguacate y tomate; al tercer día a las sobras le añadimos una lata de garbanzos y más tomate, y así hasta que ya era incomible. Pero ese día aún duró, así que tras comer y secarnos pasó el aguacero y decidimos seguir avanzando. La carretera dejó de ser asfaltada y pasó a ser un ripio rojo como todo lo que nos envolvía: la cuesta de Miranda. Empezaron a aparecer cactus y piedras rojizas con formas caprichosas: nos parecía estar en el lejano oeste, al acecho del ataque de unos indios sioux en busca de rostros pálidos!!!
Divertidos por el paisaje, llegamos a Los Tambillos, un pequeño poblado que gozaba con la presencia de un hospedaje donde pudimos guarecernos de la lluvia que siguió por la noche. Al día siguiente, continuamos ascendiendo rodeados de ese magnífico paisaje hasta los 2020 metros, cima de la cuesta y desde donde emprendimos el descenso por unos cañones.
Por el camino nos cruzamos con dos motoristas neozelandeses, Mike y Jason, que van recorriendo toda Sudamérica.
Desde el inicio de la bajada hasta Chilecito, donde nos encontramos ahora, una maravilla descenso de mil metros en 20kms!!